Cómo limpiar alcachofas

Las alcachofas son una verdura deliciosa y nutritiva que cocinada funciona bien como entrante o guarnición. Esta planta comestible está llena de vitaminas C y K, antioxidantes, fibra y minerales. Es famosa por sus propiedades desintoxicantes y pueden ayudar al hígado a eliminar las toxinas del cuerpo.

Su temporada es de octubre a abril, aunque su mejor momento es de mediados de enero a principios de marzo, por lo que el final del invierno es el momento óptimo para ir al mercado de agricultores y comprar algunas frescas.

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A la hora de seleccionar las alcachofas, primero hay que comprobar su peso y textura. Escoge las pesadas y firmes que no tenga una gran decoloración. Algunas vetas moradas son normales y están presentes en la mayoría de las piezas.

Hay muchas maneras de preparar y disfrutar de las alcachofas, pero si nunca las has cocinado antes, seguramente te preguntarás cómo limpiarlas. Tranquilo, es mucho más fácil de lo que parece y los resultados son más sabrosos de lo que te imaginas.

¿Cómo limpiar alcachofas?

1. Prepara un recipiente grande con agua acidulada

Puede ser agua con un poco de jugo de limón o vinagre, de 2 a 3 cucharadas por litro de agua aproximadamente. Hay quién prefiere sustituir el limón por unas hojas de perejil, que también es un antioxidante natural y no le aporta sabor a la verdura.

Este es el primer paso porque aquí es donde vas a conservar las alcachofas cortadas mientras trabajas con ellas, para ayudar a prevenir el oscurecimiento. No evitará que se oxiden del todo, pero ayudará.

2. Corta la parte superior y el tallo

Utiliza un cuchillo bien afilado para cortar la parte superior de la alcachofa. El tamaño aproximado que hay que quitar es 1/3 de la pieza. Corta un trozo del tallo, aunque no entero, pues también se puede comer; retira las pequeñas hojas de alrededor del tallo, y con un pelador pela el exterior del tallo, que es la parte más dura.

3. Retira las hojas exteriores

Cuando limpias una alcachofa, es complicado saber justo dónde tienes que parar, y mucha gente se carga más de la mitad del vegetal. Ayudándote de un cuchillo, ve retirando las hojas verdes exteriores, que son las más duras, hasta llegar a las hojas de color amarillo pálido, las blandas; lo vas a notar enseguida por el tacto.

Terminarás quitando tres o cuatro capas, pero si tienes dudas, quita otra. Es mejor tener un poco menos de alcachofa que un bocado de hojas duras.

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4. Elimina la pelusa

Corta la alcachofa por la mitad, longitudinalmente, y verás la parte más suculenta y comestible enterrada en lo más profundo: el corazón.

Justo en el centro hay una parte como con pelo, que esconde el corazón debajo. El pelo no es comestible, así que tienes que retirarlo con ayuda de un cuchillo o una cucharilla.

5. Sumerge la alcachofa en el agua

Después de este paso, verás como la hortaliza está empezando a tornarse oscura. Es el momento de sumergirla en el agua acidulada que habías preparado mientras limpias el resto.

6. Repite el proceso

Continúa haciendo lo mismo con el resto de alcachofas. Una vez que estén todas limpias, puedes escurrirlas y empezar a cocinarlas con cualquier método que elijas.

Ten en cuenta que al cocinarla reduce su tamaño, por lo que no debes hacer demasiados cortes.

Notas

Esta es la forma más habitual de limpiar alcachofas en nuestro país, la más óptima por las formas que tenemos de cocinarlas, pero no es la única.

En Estados Unidos se suelen dejar las hojas verdes exteriores, cortando las puntas para no pincharse, y después se cocinan enteras (asadas, al vapor o hervidas), pues su forma de comerlas es ir cogiendo las hojas, sumergirlas en una salsa, introducirlas en la boca y rasparla con los dientes para extraer la carne de dentro.

¡Hola, soy Ángela!

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